miércoles, 17 de junio de 2015

Rafael José Muñoz: un poema

LOS PAISAJES DE LEAFAR
Leafar se fue por el sendero, vio el pollino
volteando una laja, vio los juncos
parecidos a mueryos, vio en trigal.
Vio que los leones conversaban con las rocas
en un lenguaje jurcio, y se vio a sí mismo
desde aquellas lomas, arriando el ganado,
oliendo las guayabas detrás de las piedras.
Virgen era, —dijo,—y si paso el río
virgen soy.
Detrás de los ceibos están los fantasmas
Arrugando estos dédalos, con Stefanía,
Están las cóitoras y los manzanos y las queseras.
Volteo hacia Loma Colorada, vio que capaban toros.
Invocó el recuerdo de Agustín y se fue hacia la carpa:
Allí, entre las sombras, un hombre blanco
se escurrió tras el espejo, dejó un 3
gamado con luces fantásticas, dejó un 7
y una ladrillo sobre una topia y una morocota azul.
Bajó hasta las mayas, allí estaba Agustín
con Baltazar, curando las gusaneras a los toros.
Miró hacia las extrañas hondonadas
y sintió que una soga larga se arrastraba entre los peñascales.
Invocó al Anima del Taguarpire
y le puso 13 velinas y se fue a reposar entre los burros.
Era que estaba en la sabana sola
donde se despluman los gallos sexuales
en medio de la laguna donde no hay nadie.
Era la muerte de Agustín, su Padre.
que venía desde la soledad
a traerle una camaza de jobos y un olor a praderas.
No obstante; algo había en el perfil de su nariz,
una cosa ajena, una piedra de extraño.

Abril 14, 1965.

El círculo de los tres soles. Caracas: Ediciones Centauro,1981.

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