martes, 16 de enero de 2024

El muro de Mandelshtam, Igor Barreto

 

Igor Barreto


En 1933, el poeta Ósip Mandelshtam recitó a sus amigos un breve poema contra Stalin. Esos versos, que ni siquiera estaban por escrito, lo llevaron al destierro y la prisión. Aterrorizado y enfermo, quiso remediar el castigo escribiendo una oda al dictador, pero ese nuevo texto no lo salvó de ser detenido nuevamente y morir en un campo siberiano en 1938.

El estremecedor episodio contra Mandelshtam ha llevado a críticos e historiadores a reflexionar sobre la censura, el control de la palabra y la crueldad del poder, pero también ha motivado a poetas a recordarlo con notables homenajes. Uno de mis libros favoritos de Paul Celan, La rosa de nadie (1963), se lo dedica a Mandelshtam. Y ahora, Ígor Barreto, un poeta con una obra única y fascinante, rescata la figura del poeta ruso en El muro de Mandelshtam y lo ubica en Caracas; mejor dicho, lo traslada a un barrio caraqueño como un personaje más que sortea las vicisitudes de un lugar con sus propias leyes. El muro… es un inusual libro poliédrico y coral, donde la permeabilidad de géneros traza otras fronteras. Un libro donde la ficción y la historia interactúan para proponer una instancia multivincular, una convivencia.

Cabe destacar la cuidada y hermosa edición hecha por Ninguna orilla, una editorial con un catálogo que muestra otros horizontes



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Blanca Lema, Ingenuidad y fuga.

 



ÉXODO



Nos rodea el enorme cansancio de los dados.

Sin embargo, nos deseamos suerte.



Venimos de todos lados.

Nos atraemos y nos ahuyentamos.



Nuestros pies son pantanos de arena.

No recogemos las flores caídas

ni las palabras sueltas.



Algunos marchan con aceitunas.

Otros, con retazos de la ropa que usó dios

antes de irse.



Yo marcho perdiendo a cada paso

un saber que no es mío.

Un saber atontado

que duda de estar a salvo con nosotros,

los pasantes.



Los pájaros vuelan en redondo.

Se van, regresan, nos señalan:



-Y si hubieras, y si hubieras…



Ellos no nos quieren.



Tal vez yo sea aún la persona que se mira de lejos.

La que se ve como un punto.



Sólo un punto buscando el mapa de la inocencia.



Ingenuidad y fuga de Blanca Lema. Florida, provincia de Buenos Aires, El vendedor de tierra, 2022.

domingo, 8 de enero de 2023

Victoria de Stefano, Lluvia (fragmento)

 

Victoria de Stefano



“Deseaba un sonido y una secuencia melódica perfecta, deseaba para su fraseo la intimidad áspera de los que ha sido batido con el duro temple de adentro. Deseaba para cada cosa su complementario, deseaba encontrar entre cosa y cosa, entre voz y cosa una nota común, deseaba que al pasar de un hecho o, por lo menos, de una cosa viva, real y tangible, a algo subjetivo y muy personal, quedaran al descubierto los motivos que impulsaban al yo a insuflarle unos propósitos más densos a las repetidas vueltas que daba el mundo. Deseaba, además de todo eso, la exaltación y emoción de un adagio con el fin de aliviar, a partir de lo solemne, lento, pesaroso, y sin embargo variado de tono, los sentimientos del lector respecto a la determinación del personaje (tan suyo como para que la circunspecta tercera persona hubiera acabado expresándose a través de la ronca garganta de la primera), de ir hasta el final, y todo lo que oía eran jadeos de corto aliento y un infernal derroche de caóticas estridencias. Metales, címbalos, instrumentos de madera, instrumentos de viento, el pulso vivo de la sección de cuerdas: escalas rotas de niños sin ganas de seguir ejercitándose”.

“Los detalles, ¿qué son los detalles?, me pregunto y me respondo, son nada más y nada menos que el propio ser haciendo su aparición en el todo. Aunque la belleza sea inasible, aunque no dure y no pueda durar (nada perdura en el corazón del todo) subsiste al tacto, al olfato, a los ojos (puesto que todo en su entorno cristaliza en imágenes). Subsiste y en cuanto subsiste es evocable. De ahí su tristeza, su penetrante y ruinosa tristeza, como la fuga del tiempo en el venir de lejos de una vieja fragancia depositada en un pañuelo (como cenizas en una vasija funeraria). La belleza es como un lente grande aplicado a una cosa pequeña, como un lente grande desplazándose sobre una cosa pequeña envuelta en el conjunto del que se desgaja, pero del que es inseparable. ¿Tiene autonomía? No la tiene. O solo la tiene por un instante. En la figura de su aparecer. Estas no son más que paráfrasis, apostillas, glosa a una experiencia directa, inefable como tal.”

Del libro Lluvia.

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jueves, 22 de diciembre de 2022

Manuel Barrios, Los poemas que no leo se siguen escribiendo

 

Manuel Barrios

EL POETA Y EL LOBO

nadie es poeta en su tierra

 

El poeta es un lobo.

El poeta cae en la trampa del lobo.

El poeta corre por su vida como el lobo.

 

El lobo rastrea huellas de palabras antiguas.

Presiente la sangre, adivina el dolor, huele la venganza.

Palabras que el bosque heredó en sintaxis

y aún no sabe, a ciencia cierta, por qué.

 

Es necesario formar cuanto antes un comité de base

para poetas-lobo.

Una falange capaz de amalgamar su imagen y desplazamiento.

Desempolvar anaqueles enteros. Sacar de los estantes,

en un acto violento, libros encuadernados

con piel de asno.

 

Que el poeta empuñe la pala del excavador.

Que explore.

Que desentierre hijos ocultos

Debajo de lavase de pilares de siglos y años de concreto.

Reabrir los cuadernos de horror y el romance.

Aprender a caminar entre lo muerto.

 

No es descabellado pensar en un asentamiento

donde los poetas vivan como lobos.

Un valle entre casitas donde los poetas se encuentren.

 

Hablo de lanzar una competencia de lanzado de palabras,

una carrera de sonidos, de poemas, de canciones,

de signos.

Una actividad de tres minutos con versos sincronizados

donde nuestras piernas se eleven por encima del agua

y escriben celebraciones para recibir el fuego.

 

Lanzamos este fuego para que las palabras resecas

se incineren.

 

Es un acto de purificación y a la vez de putrefacción.

El fuego verde inundará obtusos mamotretos

con páginas hechas sobre la reducción

de nuestros huesos.

 

Para detener el éxodo de los poetas en manada.

Vamos a lanzarlos al éxito.

Vamos a tomar sus manos.

Vamos a escucharlos aullar.

 

Del libro: Los poemas que no leo se siguen escribiendo, de Manuel Barrios. Montevideo, Astromulo, 2022.

 

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miércoles, 14 de septiembre de 2022

Ramiro Sanchiz, Ejercicios de dactilografía



A estas alturas sabemos que los dispositivos tecnológicos nos moldean y condicionan, van alterando nuestra percepción y modificando nuestra forma de sentir, de relacionarnos y de pensar. ¿Por qué la escritura iba a escapar a estos movimientos? En la relación escritura-tecnología se fija Ramiro Sanchiz y su libro Ejercicios de dactilografía es el análisis de ese vínculo, pero también la puesta en práctica, vía narración, de un nuevo tipo de escritura más bien cyborg y poshumana. El objetivo que visualiza Sanchiz con estas ideas, y la ejecución de las mismas, es alejarse de su subjetividad, de su yo, de la expresividad más o menos predecible de sus vivencias. Como escritor le interesa más la aventura procesual y maquínica y para ello se vale de la computadora para salir de sí mismo y adentrarse a nuevos territorios, al menos como escenarios de escritura. Es interesante que su aspiración sea pensar-escribir desde el afuera: paisaje, arquitectura, rocas, etc. Desde un lugar inédito, pero del que es parte. Puede que su aspiración no sea original, pero la forma de resolución sí. Y este libro es su punto de partida. Me intriga el tipo de escritura que venga después de esto, pero mientras llega vale la pena leer estos ejercicios.

Sanchiz, Ramiro. (2022). Ejercicios de dactilografía. Montevideo: Pez en el hielo

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miércoles, 7 de septiembre de 2022

Mariano Gonzáles, Logotomía.

 






Mariano Gonzáles escribió este libro entre los años 2011 y 2012, tiempo en el que se festejaba el bicentenario de la independencia del Uruguay. A esta propuesta la llamó: ensayo poético sobre el lenguaje y la patria. Para ello se valió de la aliteración, la homofonía y la paronomasia entre otras indagaciones para crear un desborde, una aventura sonora, de tal modo sostenida, que leída en voz alta deviene en alteración perceptiva y de los conceptos de su ensayo. Una música con un lenguaje poroso, hecho de sílabas, intercambios, insólitas reuniones que en conjunto pone en práctica aquella idea de que la patria, para un poeta, es el lenguaje.
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martes, 23 de agosto de 2022

Liliana Ponce, Fudekara

 



Día 10

 

   Al escribir, observo. Después, voy hacia tierras

marcadas con signos invisibles. Cierro los ojos y

entro en la gruta. Me esperás para darme el mapa.

Sabía que tu mapa era el deseado.

 

   Cierro los ojos, porque el tiempo se ha dividido

en tantos hilos…

 

   Como un nuevo cielo, el aire envuelve la gruta.

 

   Tu mapa crece y me muestra el árbol y su sombra.

El árbol también crece y estás en sus hojas, que

como brazos, me sostienen.

 

   Palmo a palmo recorro la tierra leída.

 

Ponce, Liliana. (2008). Fudekara. Buenos Aires: Tsé-Tsé

 

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