La
poeta Ana Strauss es aquí una atenta y activa lectora del cuerpo, y nos lo
devuelve bajo la forma sintética de un universo, por momentos familiar, por
momentos insólito. Un efecto asistido por desplegar una voz que responde a una
relación dialéctica indisoluble entre sujeto y lengua, entre cuerpo y
pensamiento. El libro, en su arquitectura total, es ejemplo de ese fluir, de
ese “continuo” donde hacer-escribir-decir fluyen en un mismo canal sin disputar
jerarquías. Y es que la “puesta en voz” que la poeta explora y que mostró en la
presentación del libro, acompañada por Juan Berhau en guitarra, también es un
momento a considerar, sobre todo si coincidimos en que esta propuesta se
articula como un cuerpo unitario.
Henri
Meschonnic propone la noción de ritmo desde el establecimiento de un continuo
de significación del lenguaje en el discurso, diluyendo con ello la jerarquía
del significado y privilegiando la expresión de la voz de un sujeto poético que
proyecta su oralidad y corporeidad (Poética del ritmo, 1999). En este sentido,
y en esta canción que nos da Strauss, lo rítmico ciertamente se separa de sus
identificaciones con la métrica y la rima, y adquiere más bien la dinámica de
una forma en movimiento. Es posible que la organización del cuerpo textual, es
decir, la disposición estructural y formal del lenguaje, obedezca a ese
movimiento rítmico propio de Strauss, su respiración, el son de su cuerpo. Es
posible que la construcción de Ororó... tenga tres manifiestas partes, pero son
momentos de una misma realidad, puntos de un mismo río. La escritura es para
Strauss una extensión del cuerpo, los fragmentos que encontramos en la hoja
recrean zonas concretas de un organismo con encendida sangre: “una sola palabra
/ para nudo de garganta / al desenredar el cabello / con las asiduas manos /
sostengo su mano / la cera de cuando eres / clavo de olor, la especia, romero /
cuando eres / ella / mineral sola”.
Confluyen,
por tanto, concepto y afecto, y esta es apenas una de sus tantas virtudes. Se
trata de poesía sensual y conceptual a un tiempo, en una tensión explorada y
llevada a buen término en la primera parte, donde lo micro, la parte, el
fragmento vuelto lenguaje sugerente, es la vía para el cuestionamiento de una
percepción más bien cultural, restringida y predecible del vehículo de la voz;
y explotada en la segunda como el estallido y el fluir de un magma textual. El
cuidado de la edición y del diseño refuerzan esa idea con una disposición
material distinta, dando cabida a una suerte de centro de energía verbal, a un
eje rítmico con una fuerza inusual.
“Soy
esa lengua / cada lengua donde me apalabro / apodero / cincelo / abraso /
necesito toda mi mirada entera / en el torso del río / soy mi propia carne
yéndose / en su propia lengua / soy esa lengua que al hablar / arremete y
tambalea / voz en la quebrada / rasgado de la voz quebrada / la garganta es que
parpadea / cuando de noche la belleza es rosa [carcomiendo la lengua] / todo
mareo...”.
Ororó...
es un poema de largo aliento sostenido con distintas intensidades, un proyecto
de escritura que se abre y se cierra con los mismos versos como una gran O: “el
sueño más sagrado / cenizas, el sueño más sagrado / hicieron cenizas al sueño
más sagrado”. Ese juego de uróboros adquiere una capital importancia en la última
parte, en la que Strauss reconsidera el procedimiento de la reescritura o la
apropiación, no de una obra ajena, sino de su decir previo, confirmando la idea
de la escritura como construcción. Vuelve al mismo núcleo, pero removiendo el
lenguaje con su habilidad combinatoria, evitando el estancamiento del poema, la
cristalización del lenguaje. Supera el engaño de un cuerpo en reposo y de una
escritura doméstica, sensata, sosegada, previsible, apostando a renovar
vigorosamente el poema y abriendo así lo desconocido desde lo conocido: “que el
palabrerío / desencadene / las palabras anteriores / lo que ha llegado antes /
lo anterior / lo anterior”.
Ororó,
canción para un párpado, de Ana Strauss. Yaugurú, 2017. 80 páginas.
Jairo
Rojas Rojas
*Publicado
originalmente en La Diaria del 27/09/2017
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