En 1933, el poeta Ósip Mandelshtam recitó a sus amigos un breve poema contra Stalin. Esos versos, que ni siquiera estaban por escrito, lo llevaron al destierro y la prisión. Aterrorizado y enfermo, quiso remediar el castigo escribiendo una oda al dictador, pero ese nuevo texto no lo salvó de ser detenido nuevamente y morir en un campo siberiano en 1938.
El estremecedor episodio contra Mandelshtam ha llevado a críticos e historiadores a reflexionar sobre la censura, el control de la palabra y la crueldad del poder, pero también ha motivado a poetas a recordarlo con notables homenajes. Uno de mis libros favoritos de Paul Celan, La rosa de nadie (1963), se lo dedica a Mandelshtam. Y ahora, Ígor Barreto, un poeta con una obra única y fascinante, rescata la figura del poeta ruso en El muro de Mandelshtam y lo ubica en Caracas; mejor dicho, lo traslada a un barrio caraqueño como un personaje más que sortea las vicisitudes de un lugar con sus propias leyes. El muro… es un inusual libro poliédrico y coral, donde la permeabilidad de géneros traza otras fronteras. Un libro donde la ficción y la historia interactúan para proponer una instancia multivincular, una convivencia.
Cabe destacar la cuidada y hermosa edición hecha por Ninguna orilla, una editorial con un catálogo que muestra otros horizontes
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