domingo, 11 de enero de 2015

El diablo en la bóveda



La obra de David Alfaro Siqueiros titulada El diablo en la bóveda (1947) fue interpretada como una sutil crítica al movimiento izquierdista mexicano de la época, una opinión reforzada por la mirada del pintor que veía venir la burocratización de la izquierda mexicana, esto es, el cáncer de esa ideología. Siqueiros parte de las acciones de la ideología liberal cuyas maneras sirvió para que las élites siguieran en el poder y cuya influencia en sus opositores los llevó a la ligereza ante la lucha que proclamaban sólo en discursos.

La obra es una advertencia a los izquierdistas a que no ahogaran su oposición, un llamado a no unirse al bando de la burguesía que, entre otros, tenía como ayudante a la iglesia católica. La postura política del pintor se hace ver con ejemplos de su obra, uno de ellos es El nacimiento del fascismo (1936) donde deja claro la división de lo que creía bueno y favorable para el pueblo mexicano: la unión Soviética y lo que consideraba el lado oscuro y de ferocidad que le atribuye al capitalismo y a Estados Unidos. Otro ejemplo es su inclinación a las caricaturas anticlericales de José Clemente Orozco (específicamente el mural de la capilla del hospital del Nazareno en ciudad de México, 1942) donde ve a la iglesia católica como parte de ese lado perverso al apoyar a la burguesía mexicana. Existía, por tanto, una división clara entre dos pensamientos en el pueblo mexicano, y su respectiva confrontación: revolución contra imperialismo, siendo Siqueiros parte del primer grupo.


No obstante, en la obra El diablo y la bóveda la imagen política no es tan evidente como en otras pinturas, de hecho es una creación insertada en un contexto donde la izquierda mexicana tanteaba para esa fecha (época del presidente Lázaro Cárdenas 1934-1940) con unirse al gobierno. Tentación que proseguiría con el mandato de Manuel Ávila Camacho quien también apostaba por la política de unidad nacional, ideas que seguiría posteriormente Miguel Alemán que, siendo católico, le daría la espalda al partido comunista mexicano y debilitaría la tendencia izquierdista. Desde luego, la contundencia formal de la obra va en estrecha relación con un mensaje ideológico que apenas se sugiere, pero que se ve con más claridad si se nota el lenguaje simbólico de la pintura.

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