Yo
no pude dormir. Los santitos seguían
trabajando en mi cuerpo. Recuerdo que tuve una visión: aparecieron unos
personajes que me inspiraban respeto. Yo sabía que eran los Seres Principales
de que hablaban mis ascendientes. Ellos estaban sentados detrás de una mesa
sobre la que había muchos papeles escritos. Yo sabía que eran papeles
importantes. Los Seres Principales eran varios, como seis u ocho. Algunos me
miraban, otros leían los papeles de la mesa, otros parecían buscar algo entre
los mismos papeles. Yo sabía que no eran de carne y hueso. Yo sabía que no eran
seres de agua o tortilla. Sabía que era una revelación que los niños santos me
entregaban. De pronto escuché una voz. Una voz dulce pero autoritaria a la vez.
Como la voz de un padre que quiere a sus hijos pero que los cría con fuerza. Una
voz sabia que dijo: “Estos son los Seres Principales…” Comprendí que los hongos
m hablaban. Yo sentí una felicidad infinita. En la mesa de los Seres Principales
apareció un libro, un libro abierto que iba creciendo hasta ser del tamaño de
una persona. En sus páginas había letras. Era un libro blanco, tan blanco que
resplandecía.
Uno de
los Seres Principales, me habló y dijo: “María Sabina, éste es el libro de la
Sabiduría. Es el libro del Lenguaje. Todo lo que hay en él escrito es para ti. El
Libro es tuyo, tómalo para que trabajes…” Yo exclamé emocionada: “Eso es para
mí. Lo recibo…”
Los
Seres Principales desaparecieron y me dejaron sola frente al inmenso Libro. Yo
sabía que era el Libro de la Sabiduría.
El
libro estaba ante mí, podía verlo pero no tocarlo. Intenté acariciarlo pero mis
manos no tocaron nada. Me limité a contemplarlo y, al momento, empecé a hablar.
Entonces me di cuenta que estaba leyendo el Libro Sagrado del Lenguaje. Mi
libro. El Libro de los Seres Principales.
Yo
había alcanzado la perfección. Ya no era una simple aprendiz. Por eso, como un
premio, como un nombramiento, se me había otorgado el Libro. Cuando se toman
los niños santos, se puede ver a los
Seres Principales. De otra manera, no. Y es que los hongos son santos; dan
Sabiduría. La Sabiduría es el Lenguaje. El Lenguaje está en el Libro. El Libro
lo otorgan los Principales. Los Principales aparecen con el poder grande de los
niños.
Álvaro
Estrada, Vida de María Sabina. La sabía
de los hongos (1977)
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