domingo, 18 de enero de 2015

Fernando Bonilla y sus historias a completar

Json shhh
de la serie Incompletudes (2006)


A Fernando Bonilla no le interesa que su trabajo artístico equivalga a  ser la descripción dentro del campo de la retórica, por eso en las distintas obras que conforman su serie Incompletudes (2006) hace falta algo, hay un corte adrede que exige al espectador completar la escena que ve. Que sus referencialidades estén inconclusas en cada una de sus visuales es un juego, en el cual se participa siguiendo, iniciando o terminando la historia que sugiere Bonilla. Su construcción se basa en lo fragmentario, indicando apenas el camino a seguir para darle carga significativa a las imágenes esbozadas.

En estas obras también hay una base figurativa, pero con cierta distancia del mundo dibujado por los sentidos, por tal razón corre un aire de independencia con respecto al contexto e incluso se extiende entra cada episodio pintado por Bonilla. El producto total llamado Incompletudes en vista de esta naturaleza pareciera originarse de una elección aleatoria de viñetas de una historieta gráfica. Sin embargo, no es un acercamiento al Cómics como lo hizo Roy  Lichtenstein quién supo llevar  la historieta al recinto del Arte Pop. El norte de Bonilla toma otra senda que lo aleja de crear en la superficie, retirado de ese sentido que se limita a configurarse y significarse sólo en lo que se ve, sin más allá y sin aferrarse a la idea de crear a partir de imágenes de consumo masivo como tanto le gustó a  Lichtenstein.

El esquema que sigue Bonilla de manera indirecta hace recordar en algún punto las viñetas de otro grande del universo de las historietas gráficas: Jason. Si bien el dibujante noruego no le interesa lo incompleto, una viñeta aislada, por ejemplo de su trabajo Sshhhs! (2002), se sostiene en una orbita poética en blanco y negro, con una economía de recursos, pero con una contundencia expresiva muy familiar a la que genera Bonilla. En todo caso, ambas propuestas están subordinadas al encanto de la ficción no como negación de lo real sino como creación de un lenguaje simbólico que lleva a la imagen más allá de la simple reproductividad.

La idea es representar estados anímicos, legibles en trazos, atmósferas, en los recursos formales escogidos, pero sin concluir, como espejo de la naturaleza artística. Nada es definitivo en los predios de la creación y expresión, aunque esté impresa la quietud, el momento atrapado que nos recuerda lo efímero, la contundencia de ese binomio tan constante en la vida: presencia y ausencia.










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