martes, 13 de enero de 2015

Patricia Guzmán: caminando con ángeles



El ritual pareciera ser uno de los cimientos donde descansa gran parte del trabajo poético de Patricia Guzmán (Caracas, 1960). El mundo que ilumina la poeta se ha contraído hasta el punto de solo revelar esa liturgia, entendida como un escenario donde se muestra el cambio de un estado a otro, una transformación en el orden ontológico. Guzmán muestra en su voz lírica esa transición que va del mundo visible al universo de lo intuitivo, lo supuesto, lo que necesita de fuerza imaginativa, pero también los destellos de una realidad otra iniciada, en parte, por los efectos de un rito.  Ejemplo de ello lo conseguimos en dos poemarios que bien pudieran ser uno, incluso un gran texto de gran aliento por la esencia que comparten: El poema del esposo (1999) y La Boda (2001). Un núcleo estético igualmente visible en mayor o menor medida en los otros trabajos de Guzmán y compilados en la obra titulada: Con el ala alta. Poesía 1987-2003 (2004, Mérida, El otro el mismo).

Los títulos de los poemarios que usamos como ejemplo se acoplan a esta idea: un compañero de vida y un matrimonio. Evidentemente existe una mutación como consecuencia del lazo amoroso y Guzmán lo recalca. Así pues, la coloración de esta poesía es el amor, una voz femenina que ama, que cree, que sirve, que reafirma que somos una mitad y nostalgia por la otra parte, complementos y entrar en comunión uno de los hecho más significativo del camino existencial.

La voz que utiliza los “ojos de amar” que agradece y “escucha la misma canción” proclama un mundo simbólico que conlleva lo ritual donde lo femenino “adormece o habla con los pájaros” y el esposo es una “iglesia”, el recinto de la comunión, pero que “se distrae, a menudo, con el sonido de su corazón”. Siguiendo esa perspectiva en estos textos se destila amor místico desde una realidad otra que la poeta ha subrayado y desde la cual opera.

Se funda un mundo en la comunión mística, sujeto a mirar a Dios, de allí su incesante oscilación entre la alusión de un mundo referencial más cercano y una orilla simbólica donde se consagra el principio de lo sagrado.  La poeta habla no bajo una proposición probable sino como un hecho, su creencia es ferviente y sus líneas un documento de su fe matizado bajo un propio color, único. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario