martes, 17 de febrero de 2015

Gilberto Ríos: un pariente de la luz



En vida Gilberto Ríos (1936-1998) sólo publico un libro: Los Wendall dulces parientes de la luz (1992, Ediciones Mucuglifo). Como lo sugiere el título la luz es el fundamento de esta obra única y aislada de la tradición poética venezolana. En este libro los poemas se orientan hacía el día, buscan sostenerse en un espacio claro, se afirman lejos de las sombras y sus distintas voces, no las niega, el poeta las mira y las nombra desde el alba, no se subordina al empuje del grito o al torrente de la angustia, prefiere aguardar e ir depurando. Uno de los primeros textos refleja esa naturaleza:
“Trepando
hacia
donde
la
voz
es
sólo
un
hilo
cierto
ataviado
de
luces” (p. 14)
Es el desvanecimiento del mundo que se expresa en un tejido de palabras despojadas de cualquier ornato, cayendo, esenciales. Hace de la gravidez del mundo y la vida en sus distintas capas unos textos de una levedad inusual, de un cuerpo frágil que forma parte de la identidad de esta propuesta. Ríos está nombrando al mundo con otro significado. En pocos textos hay referentes claros, no comulga con la realidad en el sentido de transcribirla como mera copia, su apuesta es más arriesgada al ir por lo fundamental, la esencia, de ahí que sus líneas generalmente sean de aliento breve y tengan simpatía por el silencio.
“En qué extraño
país
amaneces
Oh Remedios
cuando
las luciérnagas
tejen guirnaldas
en la noche
para los salmos
del día
cuando la noche
ensaya
la rosa de los
sueños
y en la memoria
no van tatuadas
las iniciales
del fuego

En qué distante
país
con címbalos
y flautines
irán de ti
grávidos
los caminos
del viento” (p. 43)

En la propuesta de Ríos cabe mencionar la construcción y forma de algunos de sus textos ya que pareciera actuar bajo el principio de enhebrar cuentas acrílicas, pero con las palabras. Los primeros textos responden a la edificación de una palabra puesta encima de la otra hasta formar un tejido, un rosario hecho de vocablos.
Es un hecho reconocido por la generalidad de los estudiosos que el texto poético otorga primordial importancia a la musicalidad. En el caso de Ríos, el tratamiento para tal fin se evidencia en la distribución de las palabras de acuerdo con los versos, pues esto sugiere un ritmo, una entonación e incluso un tempo particular. Pero además la conformación gráfica de los versos afecta la percepción visual del poema: la disposición de los elementos en el espacio, el orden sintáctico y el especial sentido de la lectura en estas líneas de palabras superpuestas.
Ahora bien, los dones de esta estética no se cercan a la forma espacial con que se trabaja el texto, la levedad del mismo y las distintas capas significativas que pueda acarrear un poema, pues sus textos también abrazan la prosa poética. Su contenido también está por encima de los aspectos prácticos de la vida cotidiana. Hace de la realidad exterior insustancial y le abre las puertas a los signos del misticismo, o al menos, a un personal misticismo en algunas líneas.
En el año 2009, para sorpresa y alegría de aquellos que quedamos recordando aquel inusual susurro que es la poesía de Ríos aparece un libro póstumo sobre el autor: Cuaderno de Poemas (Edit. El perro y la rana). Un libro que parece ser enviado desde aquel que dejara en vida, una continuidad, la evidencia de una voz propia, asentada y ahora rescatada. Inmediatamente se identifica con los Wendall… sus hojas respiran el mismo aire. Es la misma realidad fundada por el autor en un distinto momento, expresando ese compromiso con la brevedad, el silencio,  con cierta pureza que triunfa en estos textos. Este Cuaderno… también llega a los íntimos intersticios de un mundo áspero  e impaciente donde yace la luz, refugio de esta notable voz. De esta forma la aparición de estos textos inéditos es celebrar el color que es uno de los rostros de la luz.      

NUBE BLANCA
                        Sereno díjome el río ligero ligero ligero
ven y cabalguemos vamos hacía el mar y así vinimos y ahora
juntos en esta inmensidad y todo el recuerdo con nosotros
cada vez más lejos Ahora nos dicen
                                                                                  Ríos
                                   y nosotros reímos y cantamos monta-
dos en el mar hacia aquella nube blanca entre pájaros
guiñándonos los ojos y nube blanca ligeros cabalgamos”
(de Los Wendall dulces parientes de la luz)

Luna Llena de Noviembre
Ascienden
la colina
flautas jubilosas
anunciándote
ligero polen
de alegres amapolas
celestes
Ansioso
no he esperado
en vano
la Rosa del Amanecer
en los prados
de la encantada
Luna Llena
de Noviembre
es acaso
tu Reino
alada bailarina
esa música
entre ángeles
de fiesta
(de Cuaderno de Poemas)



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