jueves, 22 de diciembre de 2022

Manuel Barrios, Los poemas que no leo se siguen escribiendo

 

Manuel Barrios

EL POETA Y EL LOBO

nadie es poeta en su tierra

 

El poeta es un lobo.

El poeta cae en la trampa del lobo.

El poeta corre por su vida como el lobo.

 

El lobo rastrea huellas de palabras antiguas.

Presiente la sangre, adivina el dolor, huele la venganza.

Palabras que el bosque heredó en sintaxis

y aún no sabe, a ciencia cierta, por qué.

 

Es necesario formar cuanto antes un comité de base

para poetas-lobo.

Una falange capaz de amalgamar su imagen y desplazamiento.

Desempolvar anaqueles enteros. Sacar de los estantes,

en un acto violento, libros encuadernados

con piel de asno.

 

Que el poeta empuñe la pala del excavador.

Que explore.

Que desentierre hijos ocultos

Debajo de lavase de pilares de siglos y años de concreto.

Reabrir los cuadernos de horror y el romance.

Aprender a caminar entre lo muerto.

 

No es descabellado pensar en un asentamiento

donde los poetas vivan como lobos.

Un valle entre casitas donde los poetas se encuentren.

 

Hablo de lanzar una competencia de lanzado de palabras,

una carrera de sonidos, de poemas, de canciones,

de signos.

Una actividad de tres minutos con versos sincronizados

donde nuestras piernas se eleven por encima del agua

y escriben celebraciones para recibir el fuego.

 

Lanzamos este fuego para que las palabras resecas

se incineren.

 

Es un acto de purificación y a la vez de putrefacción.

El fuego verde inundará obtusos mamotretos

con páginas hechas sobre la reducción

de nuestros huesos.

 

Para detener el éxodo de los poetas en manada.

Vamos a lanzarlos al éxito.

Vamos a tomar sus manos.

Vamos a escucharlos aullar.

 

Del libro: Los poemas que no leo se siguen escribiendo, de Manuel Barrios. Montevideo, Astromulo, 2022.

 

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