El sonido de los aplausos se
escuchaba afuera de la sala. Entré para ver de qué iba el espectáculo, pero a
los pocos minutos me percaté que no se trataba de una escena de entretenimiento
que terminaban en aplausos, sino que era una lección de historia, cuyos
capítulos empezaban, se desarrollaban y culminaban, tristemente, en aplausos. No
había gente, no había tarima, la sala más amplia de la Galería La Otra Banda en
Mérida, Venezuela, estaba acondicionada en sus penumbras para albergar un vídeoarte
de Antoni Muntadas (Barcelona,
España, 1942) cuyo título hacía honor al sonido que salía fuera del salón: El Aplauso. Todo esto ocurría enmarcado en el evento de Bienal
Internacional de Arte Contemporáneo ULA-2010.
Si para Ghandi “Lo más
atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”,
para Muntada lo más atroz de las cosas malas, en nuestras sociedades, es el
aplauso de sus cómplices. El crimen, la injusticia, la codicia y el mal
ejecutado desde los ámbitos del poder y en cualquiera de sus rostros
difícilmente sean empresas solitarias, siempre necesitarán de sus sabedores y
compinches, que aplaudan el horror disimulado. En esto se fija el artista y lo
desarrolla como medula de su propuesta visual. Encara por medio de tres grandes
pantallas en secuencia una serie de episodios que vienen de distintos tiempos y
disimiles geografías, pero unidas por el mismo horror y también error humano. La
historia revisitada en sus páginas más caóticas y sangrientas es su materia
prima, la base de la intermitente hilera de fotogramas que pasan y pasan, como
imágenes dramáticas, pero también como golpes a la amnesia y al silencio
compartido.
Un componente fundamental y rasgo sobresaliente
de El Aplauso es su factor de
actualidad, aunque directamente no se hable de nuestro presente más inmediato.
Sin embargo, la paradoja de que se repite la historia aunque todo el contorno
sea radicalmente distinto puede ayudar a entender el diálogo que hay entre imágenes
provenientes de décadas pasadas con los hechos sociales que tenemos al frente. Quizás
porque el trasfondo de esos tristes paisajes sea su contradictorio
protagonista: el hombre. Es obra y reflexión de factura humana, de su lado de
sombras. Incluso la propuesta de Muntadas tiene un radio de acción que nos
recuerda las palabras de Pitaco
de Mitilene,
en la antigua Grecia: “Si queréis conocer a un hombre, revestidle de un gran
poder”.
Conocer el lado humano donde no llega la luz
son las palabras del vídeoarte de Muntadas, aunque no haya diálogo, es el
reverso oscuro de los triunfantes, el peso de los que imponen. Una obra
consanguínea a una página que apertura cualquier Diario, quizás en muchos
países. No es elogioso ni despectivo sino descriptivo, lo que pasó y
posiblemente lo que siga en pie en alguna de sus nuevas posturas. El Aplauso
como sonido que cruza de lo cálido a lo estremecedor, un discurso visual
atentando contra el olvido y los mecanismos detrás de las autoridades. Y es que
el silencio y el aplauso también tiene oscuros significados.
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