domingo, 5 de octubre de 2014

Antoni Muntadas: aplausos para no olvidar



El sonido de los aplausos se escuchaba afuera de la sala. Entré para ver de qué iba el espectáculo, pero a los pocos minutos me percaté que no se trataba de una escena de entretenimiento que terminaban en aplausos, sino que era una lección de historia, cuyos capítulos empezaban, se desarrollaban y culminaban, tristemente, en aplausos. No había gente, no había tarima, la sala más amplia de la Galería La Otra Banda en Mérida, Venezuela, estaba acondicionada en sus penumbras para albergar un vídeoarte de Antoni Muntadas (Barcelona, España, 1942) cuyo título hacía honor al sonido que salía fuera del salón: El Aplauso.  Todo esto ocurría enmarcado en el evento de Bienal Internacional de Arte Contemporáneo ULA-2010.

Si para Ghandi “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”, para Muntada lo más atroz de las cosas malas, en nuestras sociedades, es el aplauso de sus cómplices. El crimen, la injusticia, la codicia y el mal ejecutado desde los ámbitos del poder y en cualquiera de sus rostros difícilmente sean empresas solitarias, siempre necesitarán de sus sabedores y compinches, que aplaudan el horror disimulado. En esto se fija el artista y lo desarrolla como medula de su propuesta visual. Encara por medio de tres grandes pantallas en secuencia una serie de episodios que vienen de distintos tiempos y disimiles geografías, pero unidas por el mismo horror y también error humano. La historia revisitada en sus páginas más caóticas y sangrientas es su materia prima, la base de la intermitente hilera de fotogramas que pasan y pasan, como imágenes dramáticas, pero también como golpes a la amnesia y al silencio compartido.

Un componente fundamental y rasgo sobresaliente de El Aplauso es su factor de actualidad, aunque directamente no se hable de nuestro presente más inmediato. Sin embargo, la paradoja de que se repite la historia aunque todo el contorno sea radicalmente distinto puede ayudar a entender el diálogo que hay entre imágenes provenientes de décadas pasadas con los hechos sociales que tenemos al frente. Quizás porque el trasfondo de esos tristes paisajes sea su contradictorio protagonista: el hombre. Es obra y reflexión de factura humana, de su lado de sombras. Incluso la propuesta de Muntadas tiene un radio de acción que nos recuerda las palabras de  Pitaco de Mitilene, en la antigua Grecia: “Si queréis conocer a un hombre, revestidle de un gran poder”.


Conocer el lado humano donde no llega la luz son las palabras del vídeoarte de Muntadas, aunque no haya diálogo, es el reverso oscuro de los triunfantes, el peso de los que imponen. Una obra consanguínea a una página que apertura cualquier Diario, quizás en muchos países. No es elogioso ni despectivo sino descriptivo, lo que pasó y posiblemente lo que siga en pie en alguna de sus nuevas posturas. El Aplauso como sonido que cruza de lo cálido a lo estremecedor, un discurso visual atentando contra el olvido y los mecanismos detrás de las autoridades. Y es que el silencio y el aplauso también tiene oscuros significados.   


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