Do-Ho Suh: Floor” |
Era el año 2001, la 49 edición de
la Bienal de Venecia y en el Pabellón de la Humanidad estaba una obra del
coreano Do-Ho Suh titulada “Floor”,
pero también es un trabajo que pudo haber lucido el nombre de “todos somos uno”
y esto no como referencia a cierta postura, enseñanza o visión oriental que
llevara el artista sino que ese título- concepto de aire místico, filosófico o
religioso en otra de sus variantes más cotidianas deja entrever el corazón de
la obra. El efecto que deviene de este trabajo y otros unidos por el mismo
lenguaje está irremediablemente unido a una relación dialéctica entre la
identidad como individuo y la identidad colectiva. Ver ese espacio de
transición o de evanescencia entre la muchedumbre y el yo es parte de las
proposiciones que el artista hace con la obra “Floor”.
Generalmente las
esculturas-instalaciones de Suh carecen de cualquier dramaticidad, es fácil encontrar
cuerpos o formas a partir de elementos repetitivos como el caso de “Floor”
compuesta como una superficie de cristal sostenida por miles de figuras humanas
en miniatura. La reiteración como unidad y elemento de fuerza. Dentro de esa
Familia también podemos nombrar otras obras como: Who am me? (1996-2001), Karma
(2003) o Screen (2004) emparentadas con la serialidad o la multitud anónima.
Suh pareciera laborar en el puente
que une el actor individual y el colectivo. Al igual que el artista, nosotros
pertenecemos a una sucesión de redes sociales, somos a partir de una serie de
atributos idiosincráticos y cargamos con una historia particular, y todo ello
para generar en conjunto una distinción o lo que comúnmente se llama identidad.
Teniendo en cuenta esos rasgos somos individuos porque nos identifican y nos
diferencian y esto sucede porque nos manejamos bajo un contexto grupal donde un
tercero nos percibe como otro. Sin embargo, esa identidad también puede ser
colectiva como una especie de “totalidad diferente” porque va más allá de un
agregado de identidades individuales.
Como grupos y bajo un sentimiento
de pertenecía obedecemos algunos procesos y mecanismos específicos. Incluso se
puede hablar que en ocasiones pensamos, sentimos o vemos desde el ángulo del
grupo de pertenencia o de referencia. Es ahí donde se forma un gran cuerpo,
pero también es la instancia más adecuada para entender el fenómeno de las
interacciones sociales, la comunicación y quizás las posibles causas de
acciones colectivas. En “Floor” es evidente la metáfora de esa transición donde
lo individual se diluye y participa en un grupo, sin perder su autonomía
particular es pieza clave de una fuerza en conjunto. Todos somos uno.
El arte posee una forma de
acercarse a la realidad más inmediata y ver detrás de esa apariencia, por eso es
natural encontrar obras que señalan los reversos de lo que a nosotros nos
parece evidente, cotidiano o incluso lógico. Siendo así, algunas obras como es
el caso de Suh van a estar rodeadas por tintes políticos, pues de otra manera y
bajo otros discurso lo político también busca conocer a profundidad las
estructuras de lo real y, sobre todo, actuar en ellas. “Floor” es una cruzada
que comienza como una instalación-escultura de una fuerza visual importantísima
y desemboca en lo que hay detrás de los movimientos de masas, es decir,
presenta las relaciones de poder, llámese dominación, control o privilegio de
ciertos grupos. Metáfora de las ideologías, de los pensamientos dominantes, de
las construcciones culturales y también del campo de batalla donde se visualiza
el cuestionamiento de los grupos de poder o la reivindicación de una identidad
grupal. Suh, sin quererlo, también hace arte político.
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