En el año 2008 tuve la oportunidad
de participar en el “Taller de iniciación de música experimental” dictado por Virgilio Ferguson. Una experiencia que
me ampliaba el espectro de lo que conocía como música y también como
instrumentos musicales. Sin posibilidad de excusas el reto era crear una
presentación rítmica basada en el azar, el dictado de la espontaneidad y los
instrumentos que ahí estaban, todos construidos a partir de desechos. La lección
fue rotunda e inolvidable, todo era posible mientras la creatividad y el querer
inyectaran su sangre al deseo de hacer arte. Una enseñanza que en las artes
visuales es más común, incluso destacada como movimiento artístico: el Arte Povera, sin mencionar los cientos
de ejemplos individuales de autores que transfiguran la basura en productos
artísticos.
Lo que sucede en el documental Landfill harmonic tiene que ver con esa
transformación de la basura en objetos útiles, pero, aún más, de la paulatina metamorfosis
de las personas en mejores ciudadanos a través del contacto con la música. En
un contexto propio de la queja y los malos tratos también puede emerger una iniciación
de jóvenes desfavorecidos socialmente al mundo musical usando lo que tienen que
es igual a mirar desde el ángulo de la creatividad. No sólo eso es posible esa
iniciación a otra realidad menos hostil sino que se puede llegar mucho más
lejos al construir una orquesta de instrumentos reciclados y con ellos no
superar inmediatamente los graves problemas sociales que los rodea pero si
crear herramientas internas que ayuden a un verdadero cambio.
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