domingo, 12 de octubre de 2014

Mariela Casal y su flor del encuentro


El título De-Lirio (2004, Caracas: Eclepsidra) de Mariela Casal debe tomarse como guía de lectura. El rótulo, como lo indica su disposición gráfica, juega con un doble significado en continuo dialogo. Por un lado, y como se reitera a lo largo del poemario, existe un devaneo insistente que comenta algunas emociones humanas y, por otra parte, ese mismo desvarío juega y habla con el contexto que lo enmarca: un horizonte natural, verde, de selva, con flores. “pero deliro / por Dios deliro / flor en lo profundo / sin nosotros // estas venas” (p. 65). Existe, por tanto, una enrarecida recreación de la naturaleza, o mejor, del ritual de la naturaleza, especialmente el nacimiento de una planta particular ya avisada desde uno de los epígrafes que inauguran el libro lo cual aleja los textos de simples imágenes estáticas de un campo lleno de flores o de un paisaje sosegado, común. No en vano en la nota biográfica de la autora aparece como poeta del ritual que es a fin de cuentas lo que nos señala con sus versos en un espacio natural que ahora vuelve visible.

Por su construcción, este poemario también podría leerse como un poema de largo aliento, pues su eje conceptual y temático, ese De-Lirio, vuelve una y otra vez en varias de sus páginas. Evidentemente que su lectura responde a una manera no lineal, esto es, a imágenes alrededor del núcleo antes descrito. Muchos de los poemas carecen de títulos a la manera tradicional y las imágenes cumplen esta función “divisoria” y no hay signos de puntuación que obstaculicen una lectura fluida y continúa. Las pausas en este caso están dadas por fotografías que también cumplirían una suerte de escritura, de respaldo, sería la prolongación de una idea o la visualización de un pensamiento iniciado en letras. Por tanto, las fotografías son ajenas al ornato y contribuyen como componente fundamental a la estricta unidad de este libro, a este ritual, incluso la usada en la portada que también pertenece a la poeta y es nada más y nada menos que la radiografía de la raíz de un lirio.
Es una poesía alimentada de algo poco común hoy día: la contemplación. Y aunque su expresión se logra al mirar un espectáculo natural estos textos son de honda factura humana quizás porque el nacimiento de una flor es el comienzo de una vida, tan efímera como la de nosotros, tan parecida en su vulnerabilidad a nuestro tránsito por esta milenaria tierra “muertes y siembras traen delirios” (p. 12).  Es la vida que encierra la muerte y viceversa como en anverso y reverso de una misma realidad. El poemario, por tanto, pasea por ambas caras de la misma moneda como testimonio más que de contrarios de posibilidades de unidad, armónicamente, sin fin ni comienzo “la piedad es un bulbo / un cometa / navega en la tierra florece / lejos / en el punto / se expande en el gesto / suena en los estambres” (p. 18).

Al final del libro hay un epílogo escrito por la misma autora iluminando un poco el sentido y significado del poemario, entre otras cosas uno se entera que De-Lirio es la última parte de una trilogía: Raíz Móvil. Desconozco las dos primeras partes pero quizás a mí me toca leerla de manera retrospectiva, del final al principio. También hay una bella anécdota sobre su hermana y la sorprendente conexión que encontró con el nacimiento de una flor lo cual resume la esencia de este libro y la enseñanza adquirida por los indígenas ye´cuana a los que recurre la autora como punto de partida de esta obra, pero también como homenaje a este pueblo cuya cosmovisión enseña que la palabra y el canto al nombrar el mundo lo altera y que esa flor que nace no está afuera de nosotros por más que la apariencia diga otra cosa.  

de-lirio
mi necesidad
flor desnuda de la flor
estación de monje
sueño del cuerpo
desde mis labios:
tú, lagarto
mi extrema voluntad
delirio
hijo, construyo, arrullo, alma, pie
delirio
justicia, balanza de la sed
mentira, no te quiero
delirio espada de Dios

delirio

he cantado un tanto por ti, amor

pero más por las aves, soledad


el último cielo
la flor
la única bandera
el delirio
la oración más antigua
su raíz

canta
canta
cantaré

la naturaleza toda
el viaje
la casa eterna
el barco
la raíz de sus velas
el misterio

canta
canta
cantaré

el cielo está abajo
las cometas son flores
en la noche negra
alguien llora por su madre

su raíz
canta
cantaré
curaré

el delirio
el que salva no dice

en sol-edad bebe el veneno del otro
y florece

delirio

curare
raíz negra del mundo

al niño perdido a mi casa llevaré
su ternura cantaré
su desierto curaré

curare
curaré
cantaré


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