Louis Wain vivió 79 años, pero sus
últimos quince años sólo conocieron las cuatro paredes de un manicomio. Allí,
recluido, solo y con un carácter poco afable seguía haciendo lo que comenzó 59
años antes: dibujar y pintar. “Louis Wein no tiene biografía. Su obra es su
biografía” parafraseo la cita de Octavio Paz acerca de los poetas. Entre el
hombre que nació en 1860 y el artista que comenzó a dibujar en 1880 no existe
línea divisoria, ambos se diluyen y se confunden a tal grado que ver los
dibujos y pinturas de este autor inglés es ser testigo de una visión personal
del mundo traducida en lenguaje pictórico y además ser espectador de un drama
personal que lo llevaría a estar más de una década fuera del mundo establecido
con sus normas y convenciones sociales y centrado en el único tema de su legado
artístico: los gatos.
En primer lugar, Wein fue
ilustrador de animales y escenas campestres y más tarde dibujante de cuentos
para niños, temáticas que le daban el sustento y cierto reconocimiento. Sin
embargo, hay dos fechas cruciales que modificarán su estado de ánimo y por
extensión la forma de su trabajo visual: 1883 y 1907. En la primera fecha, a su
esposa Emily Richardson se le diagnostica cáncer y muere tres años más tarde;
en la segunda, emprende un viaje a Estados Unidos que termina en fracaso y
sucede la muerte de la madre del artista. Ambos acontecimientos se unen por la aparición
del fantasma de la ausencia, la pérdida es el corazón de estos dos años. Del
primer suceso rescatamos su inclinación al mundo de los gatos ya que en el
transcurso de la enfermedad de su esposa, fue Pedro, la mascota, un gato, quién
los acompañaría en dramáticos días. Del segundo episodio vendría su
inestabilidad mental. Así nacía una de las imágenes que ha dado de comer a
centenares de psicólogos y psiquiatras: arte y locura, y en nuestro caso: gatos
y esquizofrenia.
Los gatos ya eran parte fundamental de las
obras de Wain, pero es a partir de 1910 cuando comienzan a evidenciar notables
transformaciones. Muchos han tomado estas mutaciones como ejemplo de un avance
de la esquizofrenia en el autor y otros para comprobar aquel viejo binomio
entre arte y locura. Sin embargo, es imposible aprobar del todo ese matrimonio
entre creatividad y enfermedad mental, caer en eso es generalizar y ya sabemos
lo que esto significa. En el caso de Wain es evidente y no tiene nada que ver
con las posturas del arte de vanguardia de principio de siglo XX quienes
exaltaban la locura, la bestialidad, el culto al primitivismo o el azar. Lo que
ellos buscaban eran nuevos lenguajes e inéditos temas, crear una revolución
social, moral y estética y eso estaba planeado.
Wain sin quererlo, o a causa de su
padecimiento hizo ver a una estirpe, la de aquellos autores que con visible u
oculto desorden mental o afectivo deciden separarse de una tradición en favor del
conocimiento de sí y, en ocasiones, pioneros de caminos alternos. Los motivos
más hondos los desconoceremos, pero habrá que considerar aquellas intensas y
obsesivas visiones personales del mundo que dejan de lado lo conocido, que no
interesa. Wein antes de su crisis más fuerte ya había
elegido un camino distinto, el de los felinos y ahí depositó su obsesión
plasmada en su obra. Se separó del mundo y se aferró sólo a un marco de
referencia. El no poder sobrellevar los golpes que vienen con la vida lo que
hizo fue acentuar el escenario escogido para desarrollar su trabajo visual y
comentar la voz de sus emociones. Esa fue su vida, su extraño, intenso y bello
legado.
Excelente tu blog, Jairo. Louis Wain compendia más que nada, una evolución de su interior (o ¿involución?) en su obra. No se propuso, como tú bien lo dices, hacerlo su manifiesto artístico. Yo pienso sobre él, o lo supongo, en ese estado interno, algo brumoso te dice que, si tu destino es un día precipitarte hacia un mar embravecido que te engullirá, ¿por qué esperar a que llegue ese día, si puedes hacerlo que sea éste día, para qué esperar? Sólo es un comentario entre líneas. No pienso que pueda haber nada más personal que la locura que nos toca a cada uno.
ResponderBorrarSaludos, Jairo, y fascinado con tu blog, si cabe el "like" o el "recommended" para tu, iba a decir trabajo, no, para tu pasión, de mi parte lo tendré siempre presente para frecuentarlo y para mencionarlo.
A unos les desean suerte; yo a ti, sigue.