lunes, 19 de enero de 2015

Antonieta Sosa tejiendo hasta el infinito



Desde el año 1999 la artista Antonieta Sosa ha desarrollado en varias ocasiones el perfomance Tejido amarillo, azul y rojo al infinito. Valiéndose del tejido la artista entra en un reino cauteloso, reservado y reiterativo para crear una larga bandera venezolana. En una de esas versiones del perfomance, junto a María Elena Ramos mantuvieron el ritual del tejido durante ocho horas con un sentido más próximo a la oración, apuntando a una escena cercana a la conformada por el  diálogo interno y el rosario en mano, en medio de un contexto enmarcado por la crisis del hecho político y, por extensión, de lo social.
La acción de Sosa es entregarse y hermanarse con la energía en su estado positivo, en tanto se retira al margen de los esperados discursos extremos y violentos  tan típicos del contexto y calcados en distintas expresiones ya sean artísticas o lejos de ellas. La acción propone por un rato retirarse del vertiginoso discurso racional y defensivo, envolverse en el silencio y entregarse, por medio del acto de tejer, al diálogo introspectivo, a la necesaria charla con Dios, el universo, la vida o cualquier ente supremo e inabarcable que atienda estas oraciones empujada, sobre todo, por una estación que no deja afuera el horizonte caótico, el odio o la voz del miedo.

Desde su individualidad la artista construye un espacio destinado a los buenos deseos, al dar y esparcir las invisibles semillas que conlleven un panorama menos agobiante. En este sentido, la obra se justifica al ser portavoz de un deseo colectivo y una respuesta ante un ambiente nebuloso y complejo donde las emociones gobiernan gran parte del público venezolano.

            Por tal razón, la obra milita en el campo de los deseos e importa en medida que se opone a extender la palabra llena de miedo, angustia o rencor. El evento se resiste al movimiento físico y evidente porque crea movimiento en otro niveles a través de las manos del silencio y la fuerza de la mente, lo que conlleva a que desborde la lógica y la mirada práctica como cualquier ritual y trance afuera de los hábitos y costumbres sociales. Su naturaleza esta dada a olvidar lo aprendido y solo dar, sin la razón de intermediaria. Si bien representa los colores patrios, tan apegados actualmente, con ellos también se crea un símbolo, la idea de tejer pacientemente un país, algo que no le corresponde solo a un grupo minúsculo.

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