Hubo un tiempo de adicción a la
propuesta musical de Erik Truffaz, no
había descanso para sus discos que en cadena conformaban la unánime banda
sonora de mí día a día, perfilando en su insistencia un núcleo sonoro de donde
nacían bifurcaciones que se conectaban y comunicaban con músicas afines. Una de
esas ramificaciones me llevó a conocer el particular arte sonoro de Murcof.
De Murcof supe que era mexicano y
que su verdadero nombre es Fernando Corona, con un trabajo musical comenzado en
1988 siempre inclinado al ámbito electrónico, tiene un disco en compañía de
Truffaz llamado México y un tema bajo
la misma compañía con el cual lo conocería: Singh.
Mi iniciación en su mundo fue con The
Versailles Sessions (2005), su quinta producción como solista. Un disco
igualmente adictivo por su exploración sonora más allá de las composiciones
tradicionales, el sonido trabajado en su más vasto campo, atento al detalle, a
lo mínimo, características que requieren y exigen un momento de atención, de
escucha atenta. Pero no emplea cualquier clase de sonido o ruido, en sus
composiciones hay reminiscencias de cadencias propias del siglo XVIII y de la
música clásica, pero revisitadas, intervenidas con la orquesta electrónica.
Es música que en su minimalismo,
serialidad, coqueteo con el silencio, respiración parsimoniosa. Con menos hace
más, quizás, porque detrás del conjunto de temas hay concepto, una idea cuyos
límites en vez de restringir exigen menos dispersión. Seis temas recorridos por
un sentimiento de misterio y sugerencia, dejado al oyente la oportunidad de
seguir la trama, el drama, la lluvia de imágenes que devienen como
consecuencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario