lunes, 27 de agosto de 2018

Los ocho magníficos del sur




En 1960 el director  John Sturges estrenaba su película “Los 7 magníficos”. Una película de culto y clásica del western, es decir del género cinematográfico norteamericano que se ambienta en el Viejo Oeste estadounidense. En el film de Sturges en un pequeño pueblo mexicano fronterizo con los Estados Unidos unas bandas de malhechores asedian a la comunidad, dirigidos por el sanguinario Calvera, quitándoles a los labradores el fruto de sus cosechas. Los habitantes del pueblo deciden pedir ayuda a pistoleros profesionales estadounidenses, ya que en términos monetarios les resulta más barato que comprar armas y defenderse por su cuenta. Pero la paga más bien baja sólo atraerá a siete hombres, pero suficientes y decididos para liberar al pueblo de esa plaga. Siete personalidades impares y definidas, pero complementarias. Los gringos, como siempre en el cine, representan a los buenos. En el año 2016, aparece un remake de la película de Sturges dirigida por Antoine Fuqua y llamada también “Los 7 magnificos”, si bien la historia tiene variaciones comparten la esencia de los siete pistoleros contratados para proteger un pueblo, los siete, de alguna manera, héroes. Este año vio luz el libro “Los ocho magníficos “de Mario Delgado Aparaín. El título es el primer impulso para relacionarlo con lo dicho anteriormente del mundo cinematográfico, incluso puede condicionar y preparar el terreno de la sugerencia para leer un western, pero Delgado Aparaín no sigue con la cadena de homenajes, versiones y covers de los citados siete protectores que en realidad arrancan con los “Siete samuráis” de Akira Kurosawa. Entonces tenemos Sturges se basa un Kurosawa, Fuqua en Sturges y Delgado Aparaín puede que en todos. No lo sabemos. Lo cierto es que estamos ante una novela donde se despliega una confrontación, una guerra, como en una especie de western, pero a medida que avanzamos en la lectura esa etiqueta se va desvaneciendo si atendemos a lo que define la misma. No es el viejo oeste gringo es San José de Las Cañas en el Departamento de Durazno, es principio de siglo XX en Uruguay profundo, el cometa Halley surca memorablemente el cielo como supuesta señal del fin del mundo y la disputa va a ser entre autoridades de la región junto a ingleses que quieren introducir el ferrocarril en esa zona del país y conectarse con Brasil y un ejército de facinerososo comandados por el matrero Filisbino Nieto. Puede que en principio el adjetivo magnífico les quede holgado a esta banda, eso sí fielmente unida, que se dedica sobre todo a contrabandear productos desde Brasil a pueblos de Durazno, pero su magnificencia se verá al final del relato, lo que logra esta familia de ocho a sabiendas de tener desventaja en comparación con sus contrincantes. Por eso no les gusta la idea de que a ese lugar llegue el ferrocarril pues sus intereses y negocios desaparecerían. Como toda guerra, es un episodio de confrontación de poderes, de egoísmos, de oscurecer el bando contrario y de pertenecer a una de las partes. De hecho, en este sentido, uno de los “magníficos” Ananías Rojas convence a gran parte de la población para defender sus tierras y apegos materiales de la invasión inglesa y apoyar la causa de filisbino Nieto y sus hombres. Novela de guerra, pero es mucho más que eso, también ficción sobre la espera ilustrada en el caso de uno de sus personajes, el inglés Stirling o Estirlin quién espera ser el jefe de una estación de tren que no llega a construirse. A diferencia del género western acá el realismo no es el eje ni la norma de la escritura, pues está atravesada por ráfagas de lo fantástico especialmente con la situación del paciente y solitario Estirlin y su curioso rasgo de morir y resucitar como quien se duerme y despierta en un nuevo día. Puede que al principio de la novela esa situación de idas y venidas del más allá de Estirlin sea rara, pero a medida que avanzamos en la lectura aparecerá las causas de semejantes capacidades. Por otro lado, un grado de absurdidad va construyendo el clima y la atmosfera del relato hasta, por momentos, tornarse hilarante, cómica. Acá usted también ríe, no sólo atestigua violencia ni sed de venganza, porque con esta banda lo predecible se quiebra, siendo el humor una de sus herramientas más eficaces, parodia como crítica de mentalidades, como radiografía de idiosincrasias, de geografías y épocas que aún nos pueden enseñar mucho.


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