XLII
La fuerza de los conejos
radica en que todo el mundo cree en su existencia
XLIV
Hay
quienes se unen a nuestro equipo de caza no por interés en los conejos, sino en
los pájaros. En efecto: quien ame el canto de los pájaros, encontrará en el
bosque una tal variedad y una tal especial calidad de en los cantos que quedará
maravillado. Son estas personas las que más sufren cuando se enteran, tarde o
temprano, de que hay poquísimos pájaros en este bosque, y los que hay casi no
cantan o cantan mal o sin ganas; un canto opaco, sin brillo ni energía. Quienes
cantan son las arañas, esa clase de arañas enormes y peligrosas que hacen sus
nidos en las copas de los árboles y se valen de su canto para atraer víctimas.
El amante del canto de los pájaros, hombre de sangre dulce, es la víctima
favorita de estas arañas.
LVI
Evaristo
el plomero creía cuando era joven, debido a nuestra pronunciación rioplatense
de la zeta, que íbamos a casar conejos, y en su primera cacería junto a
nosotros fue con un sacerdote. En adelante tomamos el cuidado de pronunciar la
zeta al estilo castizo, lo cual favoreció en nosotros el desarrollo de una
notable afición por las cosas españolas, y en especial la música. Es así que
ahora, los domingos, en lugar de ir de caza nos quedamos en el castillo
escuchando discos y hablando de toros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario